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(…) Anteayer por la noche, Dember (él sólo) en casa. Sin embargo, esperando febrilmente, entre esperanza y desesperanza. Dice: Tenemos todos “mentalidad de emigrantes”, esperamos salvación del exterior, o sea, la derrota de Alemania, la invasión, etc. Esto coincide con la visita de la señorita Walter, el 21 de junio. Su padre fue sucesor del mío en Bromberg, ahora es rabino en Kassel. Ella ha terminado la carrera de económicas en Leipzig, es bibliotecaria en la Landesbibliothek, el despido lo tiene seguro, quiere irse a Palestina. Hace tiempo que es sionista, ortodoxa, kosher, flirtea con Rusia, y con todo culta y nada fanática, en el fondo. Pero nunca le ha tenido apego a Alemania, así que la herida interior es menor. Ha contado que los judíos rituales encargan la carne en Dinamarca.

He observado que desde el 20 de junio, en lo actos públicos del gobierno ya no se habla del “alzamiento nacional” (etapa I) ni de la “revolución nacional” (II) sino de “revolución nacionalsocialista”. Además, nuevo eslogan del “Estado total” como objetivo. Bajo el “canciller del pueblo”. El 29 de junio un ministro del Reich (Goebbels en Stuttgart) dice por primera vez en un discurso oficial: No toleraremos otros partidos al lado del nuestro, Hitler es “amo absoluto” de Alemania (Hindenburg ha desaparecido) (…).

Bibliografía:

[1] Quiero dar testiminio hasta el final: diarios 1933-1941; Viktor Kemplerer – Barcelona – Galaxia Gutenberg – 2003.

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(…) Desde que Hugenberg se marchó ayer sin la menor resistencia y el Deutschnationale Partei “se disolvió a sí mismo”, he perdido por completo los ánimos.

Bibliografía:

[1] Quiero dar testiminio hasta el final: diarios 1933-1941; Viktor Kemplerer – Barcelona – Galaxia Gutenberg – 2003.

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Hitler y las masas

junio 22, 2008

Empezamos nuestro repaso al III Reich con unas imágenes que pertenecen a El triunfo de la voluntad, film de Leni Riefenstahl. En ellas podemos ver a Hitler saludando a las masas congregadas a su paso

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El sábado les leí a mis invitados el “epílogo”. Horrorizados. Que cómo puedo tener en mi casa algo así. Köhler me aconsejó que lo escondiera detrás de un cuadro. – Pero ¿dónde meter mis diarios? Espero día tras día. Ningún cambio. A veces pierdo por completo los ánimos y creo que este régimen se mantendrá y me sobrevivirá (…).

Bibliografía:

[1] Quiero dar testiminio hasta el final: diarios 1933-1941; Viktor Kemplerer – Barcelona – Galaxia Gutenberg – 2003.

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(…) El domingo y el lunes de Pentecostés, Lissy Meyerhof. Igual de animosa, de modesta, de trabajadora, aunque es evidente que su salud ha empeorado, padece del corazón. Sigue –hasta ahora- en la administración escolar. (En la guerra fue enfermera en el lazareto de los contagiados.) – Martha Wiechmann y su hermana, que ahora vive con ella. Su hermano, cuarenta y tantos años, no afiliado a ningún partido, fiscal general en el Tribunal de Apelación de Berlín, “jubilado temporalmente” porque ese cargo debe ocuparlo un nacionalsocialista. La misma tarde, tras larguísima pausa, la señorita Von Rüdiger. Su hermano, comandante del antiguo ejército, tiene un cargo en el Partido Nacionalsocialista. “Tiene usted los nervios a flor de piel, tendría que marcharse a algún sitio donde no haya periódicos”, me dijo cuando oyó mi amargura; no tiene ni idea de lo que está pasando realmente.

En la universidad han encargado a Wengler de mis exámenes (expresamente para “protegerme”, para que conserve la cátedra), en clase de literatura francesa antigua tengo ahora tres oyentes, mis piruetas en historia de la cultura las haga ante veinte oyentes. Mi alumna más trabajadora es Eva Theissig, jefa de célula nazi.

En los días de Pentecostés estuvo también en casa Hans Hirche, al que yo -¡yo!- ayudé a entrar en la Reichswehr. Tenía un aspecto estupendo y habló con mucha sensatez. Él y sus padres son por lo visto decididamente antihitlerianos. En la Reichswehr hay descontento con las SA, la ideología suele ser más derechista que hitleriana, pero también hay mucho nacionalsocialismo: que hay que cultivar “forzosamente”. Nunca se sabe (…).

Bibliografía:

[1] Quiero dar testiminio hasta el final: diarios 1933-1941; Viktor Kemplerer – Barcelona – Galaxia Gutenberg – 2003.

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