Este artículo se inserta dentro del conjunto de recopilaciones que estoy haciendo en torno a los diarios de Viktor Kemplerer. Para leer el artículo anterior pulsa aquí.

¿Es la sugestión de la formidable propaganda: cine, radio, periódicos, banderas, fiestas y más fiestas (hoy fiesta popular, cumpleaños de Adolf Hitler, el Führer)? ¿O es el miedo por doquier, el temblor de los esclavos? Ahora casi estoy convencido de que no viviré el final de esta tiranía. Y ya casi me he habituado a esta situación de carencia de derechos. Ya no soy alemán y ario sino judío, y tengo que agradecerles que me dejen con vida. –Lo que manejan genialmente es la propaganda. Anteayer vimos (y oímos) en el cine cómo Hitler pasaba revista a sus tropas: ante él, la gran masa de las SA, delante de su tribuna la media docena de micrófonos que transmiten sus palabras a los 600.000 SA de todo el Tercer Reich: uno ve su omnipotencia e inclina el espinazo. Y continuamente el himno de Horst Wessel. Y todos agachan la cabeza. ¡Qué deplorable el congreso de medicina de Wiesbaden! ¡Gratitud a Hitler! Aunque aún no esté aclarado el problema racial, aunque los ajenos –Wassermann, Ehrlich, Neisser- hayan hecho sus aportaciones relevantes: damos las gracias a Hitler, el salvador de Alemania. Y los otros, igual.

Bibliografía:

[1] Quiero dar testiminio hasta el final: diarios 1933-1941; Viktor Kemplerer – Barcelona – Galaxia Gutenberg – 2003.

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